¿Qué va primero, el huevo o la gallina?

En Sències Can Girona tenemos muy claro lo que va primero: la gallina. Porque tenemos 80 que viven en la masía y ponen huevos tan blancos como ellas. Antes, las gallinas autóctonas de Cataluña eran claras, pero hace veinte años se empezaron a vender más y más los huevos rubios de gallinas pardas. Hoy sólo un 10% de los huevos son blancos, el 90% son rubios.
¿Cómo es que han cambiado tanto nuestras costumbres? Por parte del productor hay razones de eficiencia: las gallinas pardas son más productivas. Además, los defectos y la suciedad destacan más en las cáscaras blancas. Por parte del comprador, se ha instaurado la creencia de que los huevos morenos son "más de campo" y por ello más sanos. ¡Pero la mayoría de estos huevos provienen de animales que viven en jaulas!

Para saber si un huevo es de campo o no necesitamos fijarnos en el número que tiene cada granja y que se imprime en el huevo. Si comienza con 0 (ecológico) o 1 (camperas) sabremos que comemos un huevo de gallinas felices, y por tanto más sanos de verdad.
Nuestras gallinas son afortunadas, viven en un jardín amplio y verde bajo el cobijo de una higuera. Por la noche las cerramos el gallinero, donde duermen encima de palos de madera lejos del suelo. ¡Tienen el instinto de protección de las aves!
En nuestro gallinero no hay gallo. Aun así, cada gallina pone unos 5 huevos a la semana, pero al no estar fecundados no sirven para dar vida a un polluelo. Te comes un huevo que no tiene la promesa de una nueva vida. Comparado con un mamífero hembra, el huevo sin fecundar tiene un cierto paralelismo con la menstruación.
En cuanto al sabor y a los nutrientes no hay ninguna diferencia entre un huevo fecundado o no. Lo que si se nota en un huevo es su frescura. ¡Y nada mejor que tomar un huevo del día!